En 1908, Paul Poiret encargó al artista Paul Iribe un álbum de sus diseños, titulado Les Robes de Paul Poiret, donde presentó unas imágenes sencillas pero fluidas y dinámicas, de colores vivos, que supusieron el punto de partida de una nueva forma de entender la ilustración de modas. Las productoras de cine tenían sus propios diseñadores de moda, que crearon tendencia con sus diseños, entre los que destacaron Adrian y Travis Banton; en ocasiones contrataron a famosas modistas europeas, como Coco Chanel y Elsa Schiaparelli.